Nuestra apuesta más importante fue para generar conciencia de la trascendencia del urbanismo sobre proyectos inmobiliarios sin importar su escala. En parte, ha sido una apuesta arriesgada debido a la falta de conocimiento y valoración de una carrera poco explorada en el Perú. Muchos piensan que el urbanismo solo sirve a la par de proyectos de gran escala, para municipalidades, que tiene fines políticos o es netamente un ejercicio académico.
Conforme avanzó el 2017, sustentamos alrededor de 50 estudios que incluían análisis urbano, de los cuales derivaron estrategias que disminuiría el riesgo a inversiones de proyectos privados, algunos pequeños y otros medianos. Demostramos que la adecuada recopilación e interpretación de la información del contexto urbano se volvía igual y en algunos casos más importante que el análisis de mercado de la competencia, permitiendo observar estrategias diferentes y ajustadas a las necesidades del consumidor.
Es importante resaltar que este 2017 ha sido un año particularmente difícil para el sector, la coyuntura política golpeó duro en la confianza de inversionistas y compradores; el niño costero evidenció cómo la falta de planificación en todas las escalas es negligente y nos recordó que no estamos diseñando sólo un producto, sino un hogar, una herramienta y comunidad.