En los últimos años, el deterioro de la salud mental a nivel mundial ha puesto en alarma a la OMS y, a pesar de que se reconoce esto como un problema de salud pública, el alcance de la atención todavía es mínima. Según el IHME (Institute for Health Metrics and Evaluation), Perú representa el país que más ha aumentado la carga de enfermedad de este tipo al año 2015 y es recién a partir de ese año también, que se diferenció un presupuesto exclusivo para la salud mental a nivel nacional. Teniendo en cuenta que los trastornos neuropsiquiátricos son la primera carga de enfermedad del país, esfuerzos como el Plan Nacional de Salud Mental tanto del MINSA como de ESSALUD y su inclusión en el Plan Bicentenario son necesarios; sin embargo, los estudios integrales sobre la problemática, propuestas para infraestructura efectiva y los recursos humanos destinados a la atención mental son insuficientes.
Debido a que la gran población del Perú se concentra en las zonas urbanas (74%, INEI), las ciudades son los lugares en los cuales la población está más proclive a enfermar, por el ajetreo de la misma ciudad, por la falta de espacios públicos, por la contaminación del aire, por los constantes cambios a los que se enfrentan las personas y las rápidas velocidades a las que nos acostumbramos. Todo esto afecta a nuestra salud tanto física como psicológica. Cuanta más población hay en la ciudad, más es el riesgo de enfermar si es que no hay un urbanismo consciente de las consecuencias biológicas, psicológicas y sociales que acarrera un diseño sin espacios públicos de calidad. En el Perú, la Provincia Constitucional del Callao se encuentra en estado de Emergencia y han tomado medidas tanto a nivel policial como al nivel de salud mental. Es así, la primera ciudad en habilitar un centro de bienestar emocional regional y un centro de salud deportiva que buscan interrelacional salud, ocio y medidas informativas para aliviar su situación.
Países como Japón tienen estrategias nacionales de salud integral desde 1982, el “Shinrin yoku” es una práctica que literalmente se traduce como “baño forestal” y que está dirigida al bienestar y mejorar la salud de los ciudadanos. Los estudios indican que 30 minutos en un bosque repercuten directamente en una reducción del 60% del cortisol (hormona del estrés) y reducciones similares en presión. Así mismo, una estadía mayor (aprox. 3 días min.) en la naturaleza puede resultar incluso en un incremento de células inmunes, al punto en que en algunos casos se puede recomendar la naturaleza como terapia para afecciones físicas. Países como Finlandia, han propuesto 5 horas mensuales en la naturaleza como un mínimo necesario para el bienestar mental de una persona, Corea también está invirtiendo su presupuesto en salud para la creación de bosques restauradores.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) señala que más que el 50% de la población vive en áreas urbanas, de estas personas al menos el 20% de los habitantes sufrirán de algún trastorno psicológico en algún momento de su vida; entonces, el desafío es planificar ciudades más verdes y que contengan estos espacios de restauración, haciendo del urbanismo una táctica consciente de bienestar integral.
Fuentes:
10 datos sobre la salud mental. (2016). Organización Mundial de la Salud. Recuperado de http://www.who.int/features/factfiles/mental_health/mental_health_facts/es/
Alayo Orbegozo, F. (2016). Infraestructura: la gran brecha que no se cerraría al 2021. El Comercio. Recuperado de El Comercio website: http://elcomercio.pe/sociedad/peru/infraestructura-gran-brecha-que-no-se-cerraria-al-2021-noticia-1900618
Bardales, E. (2016). Minsa: Esta es la lluvia de cifras negativas de la ‘mala salud’ del Perú. Gestión. Recuperado de Gestión website: http://gestion.pe/politica/minsa-esta-lluvia-cifras-negativas-mala-salud-peru-2176158
Making spaces of awe and restoration: Florence William. Recuperado de Youtube website: https://www.youtube.com/watch?v=bmmnEJ4rtCI