Una vista a los ejemplos de vivienda social en nuestro país nos hace ver un modelo de vivienda en, por ejemplo, Piura exactamente igual a uno en Tacna. Una misma forma, materialidad, sistema constructivo y diseño en lugares con diferentes climas, costumbres y vulnerabilidades. Es decir, no se toma en cuenta las características del contexto donde se encuentra y menos las particularidades de la comunidad.
Muchas de las viviendas de los sectores socioeconómicos más bajos del país tienen un gran déficit cualitativo, el cual está relacionado a la accesibilidad a servicios básicos y calidad física de las viviendas. En la mayoría de estas viviendas no hay una adecuada iluminación, ventilación, circulación y privacidad, factores que deterioran las condiciones de habitabilidad de la vivienda e impiden el desarrollo económico de las familias.
Se entiende entonces, que los proyectos de vivienda social en el Perú no están correctamente pensados ni ejecutados. Se tiene el errado pensamiento de que una vivienda social debe tener lo mínimo: la mínima espacialidad, comodidad y calidad. Más allá del tema económico hay un tema de alienación con la vivienda social.
Parece que el arquitecto no asume de verdad que está diseñando para una familia. Una familia tan compleja como la que uno puede tener: con necesidades y deseos particulares. Falta ponerle emoción al diseño, al proyecto en su totalidad. Actualmente existe una especie de tabú al diseñar una vivienda social. Lo primero que se nos ocurre es que vamos a encararnos con obstáculos económicos, de espacialidad, etc. Lo que se debe encontrar es el enriquecimiento de la vivienda social: el reto. Tenemos que diseñar con tanto corazón como si estuviéramos diseñando para nosotros mismos.
Con los huaicos acontecidos a comienzos del año surge, tal vez, una nueva oportunidad de dotar de vivienda a todas las familias afectadas por este fenómeno natural, pero esta vez una vivienda correctamente pensada desde todas las perspectivas que debe tener su diseño.
La vivienda entregada es un espacio inicial, que va mutando de acuerdos a los cambios, preferencias y necesidades de la familia. La calidad de este espacio inicial dependerá mucho de su capacidad de crecimiento progresivo. Un ejemplo de esto son las viviendas de la Quinta Monroy de Elemental. Más interesante que ver la arquitectura entregada por Elemental, es ver cómo años después las familias se apropiaron del proyecto. Es el ver estos ladrillos de concreto pintados y los diferentes materiales que usaron al expandir sus viviendas, siempre respetando los espacios donde debían expandirse.
Cuando logramos concientizar el diseñar para una familia es que podemos pensar en una comunidad. Lo importante es saber que vivienda social no es solo la vivienda: es habilitación urbana, es equipamientos para la comunidad, es un conjunto de partes donde una comunidad vive y desarrolla sus actividades económicas, sociales y políticas. Se debe tener muy en claro que la vivienda es sólo uno de los artefactos, el más importante eso sí, que construye una comunidad.
Artefactos que construyen una comunidad. Fuente: Elaboración propia.
En el contexto en el que vivimos actualmente, hay una mayor concentración de equipamientos en las zonas centrales de la ciudad y luego va disminuyendo a medida que nos acercamos a las periferias de ésta. Es aquí donde se comete uno de los errores más comunes de la vivienda social: se entrega una simple agrupación de casas, donde para acceder a los servicios que necesita una familia como puede ser un centro de salud, las familias tienen que movilizarse grandes distancias.
La carencia de equipamientos es uno de los factores de la precaria habitabilidad de los niveles socioeconómicos más bajos de la población. Entonces, se debe buscar estimular lo colectivo, pero ya no solo de forma social sino también con servicios. Se debe estudiar qué servicios se necesitan (centros de salud, colegios, mercados, comisarías, parques, etc.) y qué distancias deben manejarse con respecto a las viviendas.
Lo ideal siempre será que una persona se pueda desplazar en un radio caminable y acceder a los servicios más importantes en su día a día sin tener que recorrer largas distancias o usar de manera excesiva el transporte privado.
Recorrido habitual de una pareja de padres de familia trabajadores. El padre va directamente al trabajo, mientras que la madre debe primero dejar a sus hijos en el colegio, comprar su material de estudio, cosas que se necesiten en su hogar, etc. antes de llegar a su lugar de trabajo o de regreso a su vivienda. Fuente: Elaboración propia.
En conclusión, se busca que un proyecto de vivienda social se convierta en un modelo óptimo que pueda ser repetible y adaptable a las diferentes condiciones de los lugares. Este modelo debe tener viviendas que a pesar de ser módulos iniciales repetibles, la replicación de éstos no conduzca a una pérdida de individualidad. Por lo cual, la expansión que puedan tener y que el módulo permita, son importantes al permitir la heterogeneidad de estas viviendas mediante la apropiación y transformación del espacio. Fuera de la vivienda, se debe contar con lugares compartidos de diversos tipos para el desarrollo de las comunidades, espacios comunales que potencien su contexto residencial y se conviertan en un símbolo urbano que genere la apropiación y apreciación de sus habitantes.
La vivienda social debe ser una herramienta de empoderamiento para las comunidades desde todos los ámbitos previamente mencionados.
Proyecto de vivienda social como herramienta de empoderamiento para una comunidad. Fuente: Elaboración propia.
Autor: Arq. Milka Bernales Oliden