Nuestras ciudades se encuentran invadidas por cables de telefonía y electricidad sobre nuestras cabezas; algunos en desuso, otros sirven para conexiones clandestinas. Además de colaborar con la percepción de deterioro, se dan los casos donde la falta de mantenimiento o accidentes convierte a estas instalaciones en un riesgo a la seguridad. Por otro lado, hay que considerar que dichas instalaciones requieren postes para sujetar los cables en lo alto, los cuales ocupan espacio de la vía pública, los cuales muchas veces se encuentran mal ubicados. Todo lo mencionado sumado a la poca o nula planificación y coordinación entre las empresas y la municipalidad generan gran parte de la contaminación visual que observamos a lo largo y ancho de las ciudades del país.
Es importante hablar de este asunto porque influye directamente en cómo percibimos las calles y, por consiguiente, cómo interactuamos en ella. Según estudios realizados por la universidad de Stanford en 1969, la “teoría de las ventanas rotas” nos propone que: si en un edificio aparece una ventana rota, y no se arregla pronto, inmediatamente el resto de ventanas acaban siendo destrozadas por los vándalos. ¿Por qué? Porque se está transmitiendo un mensaje: “aquí nadie cuida de esto, esto está abandonado, esto no importa”. En esencia, si el edificio se ve bien, las personas lo cuidan y respetan.
Extrapolando al espacio público, existen factores universales de percepción como el orden, ritmo, saturación, simetría, ruidos, entre otros determinantes que genera la percepción de una autoridad competente, una comunidad saludable y por consiguiente crea respeto e identidad lo cual a su vez se traduce en un mayor valor de la propiedad.
Carlos Bruce para un artículo de Publimetro indica que “Lo más curioso es que más de la mitad de los cables que vemos ya están en desuso, sobre todo los de telefonía. Cuando se da de baja a un teléfono o servicio de Internet, se corta el cable y se deja ahí colgando. La empresa no se preocupa más”.
Debido a esto, el pasado viernes, el congresista Carlos Bruce presentó un proyecto de ley que busca promover la eliminación de estas marañas de cables en un plazo de dos años desde entrar en vigencia la ley. “El objetivo a la larga es eliminar los cables aéreos, tanto de electricidad como de telefonía, y hacer que todos sean subterráneos”, nos explica el legislador y exministro de Vivienda.