En un país donde se valora poco la estética, donde se cree que el diseño es exclusivo para las personas con mucho dinero y, además, donde históricamente se suele contratar a técnicos con poca experiencia para que resuelvan problemas complejos; es lógico que se piense que una buena arquitectura solamente encarece los proyectos, que la planificación solo desacelera las acciones y que los arquitectos tomamos decisiones arbitrarias y caprichosas que no son necesarias,
¿Cómo agrega valor un buen diseño?
Existen varias maneras de medir la rentabilidad, desde la plusvalía que genera algo agradable y eficiente, los ahorros en costos sociales por disminución de la criminalidad, la mejoría de la salud, el cuidado del medio ambiente, el ahorro de energía, etc.
Por otro lado, las personas preferimos siempre pertenecer a algo más grande, ser parte de algún patrimonio que nos haga sentir orgullosos y esto usualmente se logra generando una estética con la que se identifique una comunidad o sociedad. Lo cual refuerza los lazos internos de la misma y, a su vez, logra que se cuiden y mantengan los espacios en el tiempo.
Algunas estadísticas interesantes las podemos encontrar en “The value of good design”, de donde traducimos y resaltamos algunos números son:
- El 77% de las personas creen que son más productivas en espacios bien diseñados.
- El 70% de los padres creen que una escuela bien diseñada mejora la calidad de la educación de los niños.
- El 52% cree que el diseño de los hospitales sí influye en una recuperación más rápida de sus pacientes.
- El 66% de las personas cree que cómo se ven y sienten las calles influye en la disminución del crimen.
- El 72% cree que casas bien diseñadas incrementarán su valor más rápido que el promedio.
Para lograr esto, es importante considerar un equilibrio entre un buen diseño y los costos de ejecución, también hacer que los futuros usuarios participen en el desarrollo para generar sentido de pertenencia. Para esto, existen en el mundo muchos casos que se pueden evaluar y usar como ejemplos para demostrar que una buena arquitectura siempre es una buena inversión.
¿Cómo hacer de una inversión una buena arquitectura?
La clave está en el equilibrio, y un buen diseño nunca va a serlo completamente si es que no es eficiente además desde el punto de vista económico.
Ponemos de ejemplo el proceso de diseño de “The Iceberg” en Aarthus – Dinamarca. Un proyecto con diseño complejo y presupuesto ajustado que busca garantizar la calidad de vida de sus usuarios y vecinos, y logró convencer a las autoridades e inversionistas involucrados.
Esta apertura hacia la buena arquitectura, además, se acompaña del apoyo estatal. Ya que desde el 2012, el Municipio de Aarthus tiene como política oficial el objetivo que la ciudad sea «internacionalmente reconocida por su arquitectura y la calidad de sus entornos urbanos», según las palabras de Stephen D. Willacy, City Architect del Municipio. «Creemos que cuando la planificación y la arquitectura son tratados holísticamente, las dimensiones estéticas y los factores de habitabilidad son mutuamente interdependientes y de la más alta consideración», agrega.
THE ICEBERG
- Lo que resaltamos en primer lugar del proyecto, de 22.000 m2 y 208 departamentos, y desarrollado por CEBRA, JDS, SeARCH y Louis Paillard Architects, es que es un caso de colaboración entre todos los actores involucrados.
- Por otro lado, siendo este un proyecto presentado a concurso, la propuesta compitió con otras tantas. La diferencia está en que sus arquitectos no se contentaron con desarrollar un proyecto correcto según las normas existentes, sino que se atrevieron a defender el mejor proyecto posible según todas las variables que lo condicionaban, con el fin de generar mayores beneficios para todos los involucrados.
- Al replantear las condicionantes tradicionales, el equipo tuvo que sentarse a conversar con las autoridades implicadas. Las operaciones planteadas, al asegurar una serie de beneficios concretos para sus futuros habitantes, convencieron al municipio de flexibilizar las reglas que en un principio obligaban a generar un conjunto de viviendas bastante más tradicional.
- Estos cambios y tomas de partidos nuevos lograron no afectar al presupuesto inicial debido a la coyuntura de la ciudad. Además, debido al éxito del proyecto, este se ha convertido en una imagen de marca para Aarhus, lo que genera rentabilidad posterior, la cual no estaba planificada.
De esta forma, una buena inversión siempre es aquella estudiada, planificada y medida; por lo tanto, cuando la arquitectura es parte de la inversión, esta es contada como uno de los pros al hacer las cuentas. Lo que hemos observado en el ejemplo citado es que las decisiones exitosas se toman contando a todos los actores involucrados, permitiendo generar los mayores beneficios para todos y estableciendo el diálogo tanto por los actores privados como los estatales.
Archdaily – ¿Vale la pena invertir en buena arquitectura?, el caso del Iceberg en Aarthus Dinamarca