En esta colaboración, VeMás te trae un artículo que profundiza en una falencia crítica de las gestiones del Centro Histórico de Lima.
La Dimensión Humana del Centro Histórico de Lima
Por Arq. Agueda Pérez
Han pasado 20 años desde que el Plan Maestro del Centro de Lima fuera aprobado mediante ORD. Nº201-MML publicada el 12 de abril de 1999. Desde entonces mucha agua corrió bajo el puente, muchas gestiones encargadas de administrar nuestro Centro Histórico pasaron y muchas de las edificaciones que ostentaban la arquitectura virreinal y republicana han ido cayendo poco a poco y en silencio. Hoy -20 años después- vemos con asombro cómo el pasado nos llama fuertemente, nos invita a mirarlo una vez más y cómo, a través de esta mirada, nos surge una imperiosa necesidad de alzar la voz frente a la pesada carga amarilla que aún tiñe nuestra decaída administración limeña.
Sin embargo, si bien todos los fundamentos de todos aquellos que por una u otra razón queremos por fin ver en el escenario material cómo se va gestando la recuperación del Centro Histórico de Lima, considero que aún no se ha tocado a profundidad el aspecto más importante de nuestro Centro Histórico, y que nos valió la inclusión en la Lista de Patrimonio Mundial allá por 1991, y me refiero al hecho de ser un centro histórico VIVO.
¿Qué implica ser un Centro Histórico Vivo?
La Carta de Quito de 1977 estableció dentro de sus conclusiones la definición de centros históricos y la importancia de considerarlos como asentamientos humanos vivos. Bajo este criterio, es de entender que toda propuesta de gestión para un centro histórico tiene que contemplar como eje principal el trabajo conjunto con la población que lo habita. A fin de cuentas, es esta la que conoce mejor el escenario, la que se hace cargo de la vida que transcurre sobre su traza urbana y la que, con sus defectos y debilidades, ha mantenido en pie lo poco que hoy se observa del Centro Histórico de Lima.
Por ello, es sorprendente que a lo largo de estos 20 años ninguna administración se haya tomado el tiempo para mirar la realidad social de la gente que hasta hoy mantiene en pie nuestra historia. Esta pequeña pero gran falla en el sistema de gestión integral salta a la vista cuando nos damos cuenta que los encargados de las administraciones poco o nada saben respecto a lo que sucede dentro de los tugurios que conforman el 80% del área de estudio. Por el contrario, siguen apuntando sus objetivos en proyectos que sólo constituyen la construcción de un escenario armado para el goce turístico y la explotación cultural, pero que tras sus fachadas siguen escondiendo un grave problema de saneamiento físico y legal. Esto se traduce en una aguda crisis en la calidad de vida humana.
El Origen del Problema
En mi opinión, el origen de esta crisis radica en ese repetitivo discurso burgués de que “la problemática del Centro Histórico de Lima empezó con las migraciones del campo a la ciudad y la expulsión de los propietarios originales de las viejas casonas virreinales”.
Lo afirmo por varios puntos: primero, el inicio de las movilización interna fue aproximadamente en el año 1940, lo cual indica que han pasado 79 años desde ese fenómeno y que de ser así, lo único que se evidencia es que en todo este tiempo fuimos incapaces de resolver el problema.
Segundo, que la movilización interna no surgió como una agresión de la sierra del país a Lima ni viceversa, sino fue producto de una política centralista por parte del Estado. No se planteó un proceso de modernización con igualdad de oportunidades para todos. Esto posicionó a Lima como eje central del poder, sin considerar una política de vivienda capaz de albergar a toda la población que requería el acceso a los mismos derechos.
Como tercer punto, es falso que la ciudad de Lima fue siempre escenario de casonas opulentas y burguesas. Ya los censos realizados en Lima en 1792 y 1858 demuestran el incremento poblacional limeño de 52,627 habitantes en 209 manzanas a 94,195 habitantes en 212 manzanas. Esto evidencia que ya para esa época la ciudad crecía demográficamente dentro de una estructura física que no se expandía en tamaño; a lo que se suma que ya para entonces existía la tipología denominada “el callejón”, el cual puede ser el antecedente de lo que hoy llamamos tugurios. En 1862 ya sumaban un total de 466.
El factor humano
Como principal punto de reflexión para nuestro tema quisiera dejar en claro que la vivienda social –y por ende sus ocupantes- han estado presentes en la traza urbana desde los primeros años de la ciudad. Es por el dinamismo de los centros urbanos. sumado a los avances técnicos e industriales, que los sectores económicos altos buscaron nuevos espacios que se adapten a sus nuevos patrones de comportamiento – y no por la mal denominada invasión de migrantes- que las clases sociales altas y medias se movilizaron a nuevos sectores dejando libre la vieja estructura urbana que fue aprovechada por una nueva población que la requería y que con el paso del tiempo le imprimió un nuevo lenguaje y carácter popular.
Entendiendo a las personas
Este aspecto me parece importante pues considero que más allá de las ineficiencias de las gestiones administrativas, quizá lo que más detiene el proceso de recuperación del centro histórico es que como sociedad aún no hemos entendido la carga emocional que este espacio nos transmite.
Lima Moderna vs Periférica
Por ello, si bien sabemos que es importante, no hemos analizado por qué este espacio es el testimonio físico de nuestra historia como sociedad. Lo que quiero decir es que la mentalidad y cultura social que promueve la denominada “burguesía limeña” ha generado una Lima física y socialmente dividida en dos sectores: la denominada “Lima Moderna” y otra Lima denominada “Periferia”, ambos sectores como dos bastiones que viven realidades paralelas, sin tener en cuenta que este espacio es casi el único núcleo de la ciudad que conecta a ambos sectores. Si nuestro objetivo como sociedad es promover la integración y cohesión social, este espacio nos puede ayudar a generar esa relación dinámica que tanto necesitamos.
Para ello, es necesario tener en claro la percepción que cada sector mantiene respecto al área denominada Centro Histórico de Lima. Por un lado están los usuarios que actualmente tienen sus viviendas dentro del área y que pertenecen a esa clase migratoria cuyas raíces culturales provienen de la sierra; razón por la cual no han logrado identificarse con la importancia histórica de la ciudad virreinal que precisamente es la manifestación física de la cultura que promovió su segregación.
La carga social
Por otro lado, los usuarios pertenecientes a la sociedad limeña que vio arrasada su cultura asumiendo el hecho de que muchas de sus propiedades fueron divididas y convertidas en tugurios que albergaban a una población para ellos extraña.
Por lo tanto, es fundamental comprender y considerar dentro de la propuesta de renovación urbana la gran carga social que el área mantiene debido a la confrontación y resentimiento existente entre ambos lados de la población. Este ha contribuido enormemente con el descuido que actualmente presentan las edificaciones que componen el sector de estudio, pues la confrontación de intereses entre propietarios y ocupantes, así como la constante lucha por permanecer y expulsar, limita enormemente las propuestas de gestión que se podrían plantear dentro de un proyecto integral de gestión para la recuperación del Centro Histórico de Lima.
La Subgerencia de Renovación Urbana
Es importante destacar que, a fin de dar respuesta al tema de los tugurios, la Municipalidad de Lima Metropolitana creó la Subgerencia de Renovación Urbana el 2012 como el órgano responsable de administrar los procesos técnicos de renovación urbana.
Sus principales funciones son las de gestionar y articular la ejecución de estudios y proyectos de renovación urbana, proponer proyectos de normatividad relacionados al saneamiento físico-legal de los predios tugurizados y principalmente la identificación y declaración del estado de inhabitabilidad y tugurización de los inmuebles ubicados dentro del área del Cercado de Lima.
Parches pero no soluciones
Sin embargo, si evaluamos los antecedentes administrativos de los inmuebles considerados tugurizados que se encuentran en los archivos de esa subgerencia, veremos con asombro, que si bien se plantearon lineamientos y se propusieron acciones para solucionar la situación, las leyes y ordenanzas que hasta hoy regulan las propuestas de intervención en el campo de la renovación urbana del Centro Histórico de Lima sólo pudieron dar respuesta a problemas parciales.
Entre ellos: la identificación y declaratoria de inmuebles inhabitables, tugurizados, ruinosos, o con fines de renovación urbana; pero éstas, debido a que no han sido articuladas dentro de un plan global de gestión urbana que las involucre en su conjunto, han dado como resultado la declaración de inmuebles de manera aislada. Esto implica que en la práctica la gran mayoría de inmuebles cuente con declaraciones pero sin propuestas de intervención integral para su recuperación y/o revitalización. Esto es lo mismo a identificar el problema pero no proponer una solución.
En primera instancia, es fundamental entender que más allá de las señales físicas que son claramente visibles en el sector tales como la construcción de nuevas edificaciones sin respetar los criterios que la norma establece, el sobre uso de las edificaciones preexistentes, la concentración poblacional, el desorden vehicular, el comercio informal, los locales comerciales sin las mínimas condiciones de higiene y el estado de hacinamiento e insalubridad de las viviendas.
No todo es turismo
El principal problema urbano del Centro Histórico de Lima es que la gestión encargada de su administración aún no ha logrado conocer a la población que compone su área de trabajo, no se ha mimetizado con ellos, no reconoce sus necesidades y carencias y por sobre todo, no se ha puesto el firme objetivo de lograr una recuperación urbana integral del Centro Histórico, ya que aún desvaría entre fachadas, ejes turísticos, plazas y galerías; sin sentarse seriamente a analizar el proceso administrativo que se realiza día a día en el sector de estudio, entrelazándolo con la normativa vigente aplicada y el contraste correspondiente con los resultados obtenidos, a fin de lograr un análisis completo de la situación.
En resumen, si bien conocen el estado de deterioro del Centro Histórico, no han analizado la causa de las siguientes cifras que demuestran que a lo largo de 20 años el sistema de Gestión del Centro Histórico de Lima tiene una productividad nula, resultado que lo determina como un sistema ineficiente, que requiere acciones concretas y urgentes para revertir su situación:
- 7,126 Inmuebles que componen el área denominada Centro Histórico.
- 1,325 Microzonas de Tratamiento de RU; es decir, que requieren un proyecto de Renovación Urbana con fines de vivienda.
- 1,278 Inmuebles de Valor Monumental.
- 1,078 Inmuebles declarados Inhabitables y/o Tugurizados.
- 650 Inmuebles declarados Monumentos.
- 1 Proyecto de Renovación Urbana ejecutado: La Muralla.
Problemas de Comunicación y Jerarquía
Las gestiones han tenido siempre un gran problema de comunicación. Buscan siempre responsables – por no decir culpables – dentro de un organismo totalmente fragmentado. Tiene por un lado a:
- PROLIMA: el órgano encargado de gestionar la recuperación del Centro Histórico de Lima
- La Gerencia de Desarrollo Urbano, a través de la Subgerencia de Renovación Urbana, como el órgano establecido para administrar los procesos técnicos y legales de Renovación Urbana
- EMILIMA como la empresa encargada de ejecutar los proyectos de Renovación Urbana y a la Gerencia de Fiscalización y Control como el órgano responsable de la fiscalización y control Urbano en el Centro Histórico de Lima.
Esto evidencia una superposición de funciones y un sistema de órganos y gerencias. Pero donde todos son gerentes, ninguno es gerente de nada. Mientras todo este embrollo de órganos y gerencias busca dar ideas, planes y pequeños proyectos de maquillaje inmobiliario, al momento en que sucede un problema, ninguno de los órganos encargados sabe cuál es realmente su encargo. Así se pasan cartas y notificaciones que quedan archivadas, mientras que la solución a la población nunca llega.
Mi experiencia en el Centro de Lima
Para demostrar un poco la realidad que a través de estas líneas quiero compartir con ustedes me gustaría mencionar algunos de los ejemplos que en mi recorrido por el centro histórico limeño he podido apreciar y que hoy me han permitido entender mejor el caso del Centro Histórico.
Jirón Huánuco 510 – 604
El primer caso que me viene a la mente es el de la quinta del Jirón Huánuco “510” al “604” en Barrios Altos, conformada por dieciocho predios continuos a lo largo de la línea de fachada y un acceso a la quinta compuesta por cuarenta y ocho unidades de vivienda en el interior. Recuerdo claramente a los ocupantes, todos amables y emocionados con la visita, manifestaban su deseo de ser incluidos en el proceso de renovación urbana con fines de vivienda que se anunciaba, se habían organizado y vivían a la espera de las indicaciones para iniciar; ellos decían que la zona estaba llena de quintas y esperaban ser de las primeras en trabajar para así dar el ejemplo y que las demás asociaciones también participen del proceso.
Chancay 721 – 747
Otro caso de especial interés para mí fue el del jirón Chancay “721” al “747”; se trata de la “Quinta Olinda”, una edificación de un nivel con zócalo corrido, pilastras verticales rematadas con un triglifo superior que marcan el eje divisorio de cada predio exterior y una balaustrada corrida en todo su frente, pero quizá lo que más impacta es que al ingresar resalta la galería corrida de madera aún existente a lo largo de la fachada de los predios interiores; recuerdo que los vecinos manifestaban su descontento porque en el exterior proliferaban los bares y habían notificado muchas veces a la Municipalidad para que los cierren definitivamente pero nunca llegaban y sin embargo, cuando una de las escaleras de madera antiguas cayó ellos cubrieron su necesidad construyendo una nueva en concreto y ahí si les cayó la multa.
Los vecinos estaban perfectamente organizados y no querían dinero para nuevas viviendas porque ellos mal que bien se organizaban para mantener su quinta, pero querían ayuda para mantener el balcón de madera que poco a poco iba cediendo; por esos días se escuchaba que la escuela taller de Lima pasaría del antiguo Hospital San Andrés al Rímac, pensé que habría sido bueno un convenio para que los estudiantes hicieran sus prácticas en inmuebles como este, donde los balcones, galerías y demás elementos puedan ser recuperados y al mismo tiempo ir capacitando personas para este oficio que tanto se necesita.
Jirón Ocoña 272 – 278
Sólo era cuestión de gestión, pero eso es precisamente lo que no tenemos y en este punto me viene a la mente el caso del Jirón Ocoña “272” al “278”, en donde un incendio del año 2013 acabó con la quinta que se desarrollaba en el interior y que hoy, seis años después, aún siguen viviendo en carpas de emergencia, o el caso de la pareja de ancianos del Jirón Matías Maestro “270”, quienes tenían graves problemas de humedad ocasionados por la construcción de una nueva edificación en el terreno contiguo.
Los señores tenían más de 80 años y por ende no eran sujetos de crédito ni podían solventar los gastos de restauración del inmueble, el cual corría riesgo de colapso. Por ello solicitaron ayuda a la Municipalidad, la cual no contaba con un fondo de emergencias ni podían ejecutar obra alguna, ante ello me pregunto cómo una institución que administra un área con un alto índice de población de la tercera edad no prevé estas emergencias.
¿Qué se hace en estos casos?, y ni qué decir de aquellos inmuebles que pasan la zona comercial de Barrios Altos y que se encuentran allá por el perdido jirón Wari con sus fachaditas republicanas hermosas y que hoy todavía podemos apreciar, o el mismo Teniente Arancibia, que en esquina con Zubiaga todavía mantiene en pie una hermosa quinta familiar testimonio de las que se hicieron durante el Oncenio de Leguía y cuyos habitantes han sabido mantener intacta, pero que hoy ya empieza a presentar problemas en la estructura de la cubierta de entrada debido a la humedad y el intemperismo.
Conclusiones
Como verán, lo que he tratado de exponer a lo largo de estas líneas es que el proceso de recuperación del Centro Histórico de Lima no puede centrarse únicamente en la calidad arquitectónica, en la antigüedad de una construcción, en el tamaño de un edificio, en el trazado urbano preexistente o en su capacidad de explotación turística o económica del suelo urbano, pues todos estos elementos por sí solos no determinan el valor de un centro histórico, sino que lo que realmente le imprime ese carácter de único y excepcional es que ese espacio preexistente, lleno de edificaciones y elementos que provienen del pasado aún mantiene gente que lo habita, que la ciudad aún crece y se desarrolla en medio de sus calles y edificios, y es ese el eje sobre el que debemos empezar a trabajar un proyecto de recuperación integral del área histórica de Lima.