Desde las últimas décadas del siglo pasado, muchas ciudades han volcado su atención hacia el arte urbano y programas culturales. Esto ha servido como estrategia para, entre otras cosas:
- – Posicionarse en el contexto global
- – Revitalizar sus dinámicas sociales
- – Fortalecer sus espacios urbanos
- – Regenerar zonas degradadas de la ciudad.
La experiencia de ciudades como Barcelona, Hamburgo o Londres -salvando las diferencias- brindan algunas luces sobre los beneficios, en sus distintas dimensiones, de la inversión en arte para la ciudad. Si por otro lado pensamos en nuestra ciudad, ¿Qué tan frecuentemente el arte tiene lugar en nuestra experiencia urbana? Si te costó recordar algunos ejemplos memorables, quizás sea que nuestras ciudades no son precisamente abundantes en producción artística en sus espacios públicos. En todo caso, la promoción de estos programas no es consistente entre localidades y gestiones. Pero ¿qué importancia tiene?
No podemos reducir el arte público únicamente a su valor estético. El arte público trae beneficios prácticos a la ciudad, que mejoran de la experiencia urbana, las dinámicas sociales y la economía local.
El carácter público del arte
Nos referimos con arte público, de manera muy pragmática y general, a aquellas obras de cualidades artísticas creadas – o para ser expuestos- en lugares de acceso público. Muy usualmente son financiadas e implementadas por agencias públicas, a veces a través de procesos de participación pública. Pueden ser planeadas para su permanencia, o como instalaciones temporales. Engloban una diversidad – no siempre compatible – de aproximaciones, formatos y medios: murales, esculturas, performances, etc.
Como cualquier idea compleja, el entendimiento del arte público ha sufrido grandes cambios en el tiempo. Hoy en día, su ubicación, accesibilidad, u origen no bastan para sostener su cualidad pública, sino que involucra preocupaciones más abstractas e interpretaciones más efímeras del sitio, la memoria y el significado. La obra es una manifestación de actividades y estrategias artísticas que toman la idea de público como génesis y sujeto de análisis.
Por ello, los programas públicos de las últimas décadas han mostrado un cada vez más creciente interés por los programas participativos de arte, que se caracterizan aún más por la relación entre su contenido y la audiencia. Al incluir al público en el proceso de creación artística, la obra es específica al sitio. Se convierte en una respuesta al lugar y a la comunidad en la cual reside. La obra de arte público, en este sentido, es una invitación a significados compartidos. Infunde significado e identificación individual y colectiva con la obra, humaniza el espacio circundante y produce una sensación de lugar.
¿Cuál es la importancia del arte público en el espacio urbano?
Por estos motivos, los programas de arte público han sido ampliamente ejecutados, en materia de política urbana, como estrategia de regeneración y promoción de la ciudad, aunque la mayoría de esfuerzo y recursos han sido destinados a inversiones de capital (galerías, centros de arte, óperas) -en lo que se le conoce como ‘efecto Guggenheim’-, esperando que, como ocurrió en Bilbao, la inversión masiva en infraestructura atraiga el turismo y la inversión privada.
Al menos en cuanto a objetivos de regeneración urbana refiere, los programas de arte participativo han mostrado mejores resultados. Son:
- Flexibles y responsivos a las necesidades locales
- Implican menores costos de inversión y riesgo
- Presentan mayores tasas de retorno sobre la inversión.
El aumento de la aplicación de programas de este tipo coincide con un cambio en el énfasis de las estrategias de regeneración hacia ver a las personas como el principal activo de la ciudad, y tomando en consideración factores sociales que antes se pasaban por alto en la búsqueda de crecimiento económico. Es por ello, que se considera que los artistas son los ‘agentes urbanos por excelencia’. Su creatividad puede contribuir a mejorar la cohesión social, la calidad de vida y economía local, y promover la imaginación y empoderamiento de los ciudadanos.
Beneficios del Arte Público
Finalmente, los beneficios del arte en los espacios públicos pueden observarse en tres dimensiones que se retroalimentan: física, social y económica. Primero, las intervenciones artísticas mejoran la calidad visual del espacio público, y promueve nuevas interacciones sociales en el entorno. Las actividades y tránsito incrementado permiten lugares más seguros e interesantes para encuentros informales que atraen nuevos visitantes al lugar, fortaleciendo y aumentando el número de interacciones sociales. Además, la calidad de la experiencia del espacio urbano mejora, los encuentros se vuelven más memorables y estimulan la creatividad. A medida que el lugar cobra significado e identidad en el imaginario urbano, se generan nuevos nodos e hitos. La comunidad se fortalece, se promueven nuevos usos, y oportunidades para los negocios locales.
Es por estos motivos que el arte público como estrategia urbana no puede ser reducido a su valor estético. No se trata de embellecer las calles. Es el arte como proceso que nos reconcilia con el espacio público, nos acerca a nuestra comuna y a nuestros vecinos. Hace nuestras experiencias más memorables en el día a día. Y son las relaciones que promueve entre nosotros: ciudadanos, y la ciudad: nuestro entorno urbano, las que mejoran, no solo la imagen de la ciudad, sino nuestra calidad de vida.
Entender los beneficios del arte público en todo su alcance nos permite ver que no sólo generan ciudades más bellas, sino comunidades más fuertes, dinámicas y prósperas. En este contexto, la imaginación y talento de los artistas tiene un rol importante en reclamar las ciudades para el bienestar humano; y en los promotores urbanos y culturales el de brindar el espacio y las oportunidades para que estas iniciativas prosperen y crezcan.
Bibliografía:
Augé, M. (1992) Los “no-lugares” Espacios del anonimato. Barcelona: Gedisa
Bovaird, T. (1998). Public Art in Urban Regeneration: An Economic Assessment. Urban Regeneration. A challenge for Public Art. Remesar. A. (Ed).
Dorothy, C. (2009). Situation. Whitechapel Gallery: Londres.
Hein. H. (1996) What Is Public Art? Time, Place, and Meaning. The journal of Aesthetics and Art Criticism. 54(1), 1-7. DOI: 10.2307/431675
Landry, C., Greene, L., Matarasso, F. & Bianchini, F. (1996). The Art of Regeneration: Urban Renewal Through Cultural Activity. Londres: Da Costa Print.
Miles, M. (1997). Art and urban regeneration. Urban history. 22(2), 235-252. Cambridge University Press Stable: Cambridge. Recuperado desde http://www.jstor.com/stable/44613951
Miles, M. (1997). Art, space and the city: public art and urban futures. Londres: Routledge.
Pritchard, S. (2017). Rethinking the role of artists in urban regeneration contexts. Colouring in Culture. Recuperado desde https://colouringinculture.org/blog/rethinkingartistsinurbanregen/
Remesar, A. (1996) Hacia una teoría del arte público. [Memoria para el concurso de catedra].
Syamimi Omar, S. Sakip, R. & Akhir, N. (2016) Bringing the New to the Old: Urban Regeneration through Public Arts. Procedia – Social and Behavioral Sciences. 234, 515-524. DOI: 10.1016/j.sbspro.2016.10.270